Como dijo el gran poeta libanés Khalil Gibran (1883 – 1931), “Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, si no a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen…” Estos versos nos colocan ante un modo sano y hermoso de relacionarnos con nuestros hijos.
A menudo los padres y madres perdemos la perspectiva. La maternidad y paternidad nos hacen tomar una nueva posición de manera forzosa frente al mundo. Ya no somos sólo nosotros, ahora nos tenemos que hacer cargo de un ser que depende enteramente de nosotros. La tarea se va a complicar más o menos, dependiendo todo de nuestro propio equilibrio psíquico, de como hemos sido tratados como hijos, de las figuras paternas y maternas que hayamos tenido y de quien ha partido el deseo de esa maternidad y paternidad, entre otras muchas cosas.
Si tiene dificultades que se prolongan en el tiempo, si sienten la maternidad y paternidad como un trabajo titánico, si perciben que no se pueden relacionar con normalidad, libertad y tranquilidad con sus hijos, consulten con un especialista. En relativamente poco tiempo ustedes se recolocarán como figuras parentales y adquirirán una tranquilidad que les ayudará a disfrutar de sus hijos y la vida. Porque de eso se trata, de disfrutar.
Los niños no son nuestros, así que respetémosles como respetamos a las demás personas, no son tontos, son niños, están aprendiendo. No les ridiculicemos. Los padres estamos ahí para ayudarles a descubrir su identidad, no para darles una. Ellos no están ahí para cumplir nuestras expectativas, ayudémosles a encontrar sus propias metas y expectativas; mientras, ocupémonos maduramente de llegar a las propias. Permitamos que se formen su propia opinión sobre el mundo, este es un gran acto de generosidad, no les metamos nuestras locas ideas en sus cabecitas, seguramente ellos nos sorprenderán con interpretaciones del mundo que nos asombraran, y a las que tienen derecho. Escuchémosles. Ayudémosles a descubrir sus habilidades dándoles responsabilidades acorde con su edad, no les sobreprotejamos.
Y sobre todo, disfruten de ellos, disfruten con ellos. Compartan de verdad la vida con ellos. Hablen de verdad con ellos, como personas diferentes a ustedes y en cierto modo amigos. La vida es corta, a menudo no es tal la carga que nos colocamos a las espaldas. Disfruten de ella junto a sus hijos.
Ana María Fuentes Alcañiz
Psicóloga Clínica