La era de la sobreinformación
Vivimos en la era de las telecomunicaciones. Un suceso acontece en Estados Unidos y al minuto podemos ver imágenes de él en nuestros televisores. La información nos rodea de manera constante y no siempre resulta positiva para nosotros. Los informativos emiten decenas de noticias con miles de fotogramas que no podemos asimilar ni procesar porque es físicamente imposible, y lo único que conseguimos es padecer un constante estado de estrés que no sabemos de donde viene. Si a los adultos nos afecta esta sobreinformación imagínense a los niños y niñas.
En los adultos Eduard Estivil habla de el “Síndrome de fatiga informativa” (no categorizado nosológicamente). En él se habla sobre como altas cantidades de información producen estrés, estado de tensión contínuo, y baja cantidad y calidad del sueño en adultos. La información nos llega por televisión pero también por las redes sociales, las cuales se utilizan ya como un periódico personalizado, mediante el cual filtramos la información que más nos interesa, lo cual es positivo, pero que nos deja igualmente expuesto a un nivel de información tan grande que es imposible de asimilar tanto cognitiva como emocionalmente. Por otro lado los telediarios no paran de emitir breves pero intensas noticias sobre catástrofes, atentados, miseria, etc.
Parece que no ocurren otras cosas en el mundo, parece que el ser humano sólo es capaz de generar destrucción, o eso se infiere al acabar cada uno de ellos, generándose cierto efecto de “indefensión aprendida”, ya que, parece, que nada podemos hacer para cambiar la situación que acontece al planeta. En cualquier caso el número de noticias, nombres, lugares, personalidades, índices, porcentaje, etc, es tan elevado, que se hace prácticamente imposible su asimilación. Ver los informativos de televisión genera estrés y un estado de ánimo depresivo. Le recomendamos que utilice otro método informativo, como los periódicos o las noticias digitales, medios sobre los cuales sí tiene usted cierto grado de control.
Visto a grandes rasgos como afecta la sobreinformación a los adultos, seres con un aparato psíquico desarrollado, imaginemos como afectara esa misma información a nuestros pequeños, que aún tienen muchas funciones cognitivas por desarrollar y que a nivel emocional están aún formándose. Si a los adultos nos afecta este exceso de información intentemos pensar en que grado se verán afectados las niñas y niños. Sobre este tema trata ampliamente Françoise Dolto en su libro “¿Tiene el niño derecho a saberlo todo?”, resultando de gran interés en el tema que estamos tratando.
El bombardeo de información en los niños
A nivel social los niños se ven dentro de un grupo humano, del cual ahora podemos tener noticia de modo global por medio de las telecomunicaciones. Antes una niña prácticamente sólo se enteraba de lo que ocurría en su familia y en su barrio, ahora les hacemos partícipes de la situación en Sierra Leona. Esto no es información, esto es una agresión a los pequeños. Estos van a aprehender el mundo desde su más tierna infancia como un entorno hostil, lleno de violencia y destrucción. No les estamos ayudando a ver como es el mundo, les estamos enseñando que el mundo es peligroso y que hay que tener miedo. Les estamos enseñando a vivir con miedo (que por otra parte es como vive la gran mayoría de la población, inmersa en un estado de temor, miedo y estrés permanente). No vamos a fomentar el sentimiento de seguridad tan necesario para que se desarrollen con confianza y libertad. El niño no tiene un aparato psíquico desarrollado para poder asimilar de modo adecuado toda esa información, (pero por otro lado, ¿quién lo tiene?)
Es recomendable filtrar la información a los niños. Los telediarios no son recomendables en absoluto para ellos, y muchas veces son las vistas que acompañan a la familia a la hora de la comida y de la cena. Debemos evitar sobrecargar su sistema psíquico en la medida de lo posible. Una niña o niño que crece en un entorno que percibe como seguro será un futuro adulto fuerte.
El niño no puede procesar toda la información
También ocurren acontecimientos en un entorno más próximo a él, como pueden ser el barrio, el colegio o la urbanización. Y no todo le ha de interesar al niño, me refiero que, aunque él o ella sientan curiosidad, hay informaciones que no les corresponden por edad y las cuales hay que filtrar por ellos, porque aún no tienen desarrollados sus propios filtros. Al igual ocurre en el ámbito familiar. Hay noticias que afectan a la familia y que hay que filtrar para ellos. Puede ser una muerte o una separación de los progenitores. Acontecimientos como estos no deben ser ocultados al niño pero si suavizados, filtrados, traducidos a su idioma. No debemos evitar los acontecimientos negativos que ocurran en su ámbito más próximo, (ya que lo negativo forma parte de la vida, es constructivo, crecedor y es un desafío cognitivo importante), pero si amortiguarles el golpe. Ese sí es nuestro cometido como padres y educadores.
Pero no todo es competencia del niño, las discusiones entre los padres ahí deben quedarse, entre ellos. No debemos usar a los niños como apoyo en esos momentos de agobio, no debemos hacerles partícipes de nuestras angustias para con el otro cónyuge, ya que nosotros somos los adultos, no ellos. Nosotros debemos ser soporte para ellos, y no al revés. Lo que ocurra a su alrededor si se lo debemos explicar, si percibimos que el niño puede estar necesitando entenderlo, para comprender que ocurre a su alrededor. Se lo explicaremos si lo vemos necesario, pero de un modo “descafeinado” y adaptado siempre a su nivel evolutivo y con un lenguaje que ella o él puedan entender.
Protejamos a nuestros niños
Todo esto no significa que debamos mantener a nuestros niños alejados de la realidad, ellos también viven en ella, sólo que debemos ser filtros y amortiguar el impacto para ellos, para que puedan crecer con confianza en un entorno seguro y amoroso, y se puedan desarrollar del modo más sano posible.
Ana María Fuentes Alcañiz
Psicóloga Clínica
3 respuestas a «Protejamos a nuestros niños de la sobreinformación»
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