Hay estructuras de personalidad que tienden más a un funcionamiento obsesivo, esto en principio no es ni positivo ni negativo, son maneras de funcionar, el problema surge cuando se pierde el equilibrio y aparecen demasiado a menudo pensamientos disruptivos, o que escapan a nuestro control, y nos incomodan de manera continuada. Nosotros debemos ser quienes controlemos nuestro cuerpo y nuestra mente, nuestros deseos y pensamientos, no al revés. Nosotros mandamos.
Por otro lado todo lo que hacemos vale para algo. Es bueno que nos paremos a pensar para que podemos estar utilizando esos pensamientos. A menudo están en un intento de tenerlo todo controlado o están tapando otros pensamientos o sentimientos mucho más molestos para nosotros. De modo que la mente está jugando a despistarnos, a despistar nuestra atención de otros asuntos más escabrosos para nosotros. De este ingenioso modo, el inconsciente la utiliza como mecanismo de defensa evitándonos sufrir, pero también nos queda coartada la posibilidad de enfrentarnos a nuestra realidad, no teniendo opción de cambiarla.
La mente es una gran fanfarrona. Inconscientemente cree que pensando las cosas una y otra vez, dándoles vueltas una y otra vez puede, realmente llegar a cambiar algo. Algo pasado, algo presente o algo futuro. El pasado no se puede cambiar, eso lo sabemos todos, no le hace falta leer ningún blog de psicología para saberlo. Pero muchas veces la mente cree que si, por eso anda dando vueltas incansables sobre algo que creemos hicimos mal. Así parece que enmendamos el error mentalmente, y que este es menor. Pero no en la realidad, en esta hemos actuado como hemos actuado. Y es precisamente asumiendo nuestra responsabilidad de lo hecho, como realmente aprenderemos. Lo debemos asumir, con la menor carga de culpabilidad posible, (ya que la culpa no sirve para nada desde el punto de vista de la psicología), ya que esta bloquea. Es correcta una mirada hacia atrás para revisar que hicimos mal y como nos gustaría haberlo hecho, pero una vez acabada la revisión crítica y exhaustiva ya está, pare la cabeza, dese un respiro por los fallos cometidos y acójase a sí mismo en su imperfección. ¡Está aprendiendo! ¡Dese cancha! La próxima lo hará mejor. Este es un buen modo de aprender. Deje de rumiar pensamientos para cambiar el pasado, simplemente revise que ha pasado y vuelva su mente hacia el presente, porque aquí es donde ocurre la vida, aquí es donde está la realidad. Aquí es donde usted, si está atento, no volverá a cometer el mismo error.
Lo mismo ocurre con el presente y el futuro. Utilice la mente como una gran lupa para enfocar lo que quiere hacer y como lo quiere hacer. Haga listas de prioridades si le ayudan, cualquier cosa que le ayude a concretar. Enfoque su pensamiento en algo concreto y busque soluciones. Intente rumiar lo menos posible porque está gastando mucha energía en estar en un sitio que no es real. Como le dijimos en el párrafo anterior, la vida está ahora, si, ahora, ahora mismo, en este instante. Use su mente y su imaginación para concretar cosas que luego pueda llevar a cabo en el mundo real, que puedan mejorar su vida. De lo contrario podría caer en usar la mente para fantasear. Vamos, nadie le está diciendo que no fantasee de vez en cuando, (esa taza de café a la que le está invitando George Clooney parece realmente deliciosa), solo que no se deje llevar, que no pierda el control y el sentido de para que vale su mente. El fantaseo constante le hará perderse la realidad y la posibilidad de cambiarla, para, quien sabe, quizá conocer realmente a George Clooney y que le dé un autógrafo.
Cuando queramos parar la mente, porque no nos gustan los pensamientos que en ella aparecen o la canción machacona que se nos ha metido en la cabeza, por ejemplo, se puede cortar el flujo de pensamiento a voluntad, es sólo cuestión de entrenar. Nunca nos han enseñado a esto, a si que tendrá que dedicarle algo de tiempo y revisarlo de vez en cuando. Igual que si quiere tener un abdomen de acero tendrá que hacer abdominales y luego seguir cierta pauta para mantener la tableta de chocolate. Le proponemos que visualice su mente como una pantalla de ordenador, le damos a un botón y se oscurece la pantalla, por ejemplo; o visualice una claqueta de director de cine, al cierre de esta, nuestra pantalla mental cambia a voluntad. Haga este gesto tantas veces como sea necesario, en total calma, si nos ponemos nerviosos no servirá de nada, sólo para alterar nuestro estado físico-químico-eléctrico y estresarnos más aún aumentando nuestro malestar.
La mente es un instrumento magnífico si mantenemos el control sobre ella, si la dominamos, como un auriga maneja las riendas de sus caballos. Si no, estos se desbocan, y nos llevan a parajes indeterminados. Bien enfocada, su mente puede ser como un rayo láser, una gran cantidad de energía destinada a un solo propósito. Si nota que está bloqueado, que determinados pensamientos se repiten de manera incesante y que realmente no tiene control sobre ellos, acuda a un profesional. Hay veces que el pasado es demasiado pesado y hay que revisarlo; echar un vistazo para colocar ciertas ideas y emociones y que no vuelvan a molestar, para así programar un buen presente que le lleve a un futuro lleno de posibilidades que le agraden.
Ana María Fuentes Alcañiz
Psicóloga Clínica
Una respuesta a «¿QUÉ HAGO CON LOS PENSAMIENTOS OBSESIVOS?»
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