Hoy en día contamos con una sobreabundancia de textos que nos dicen como ser feliz. Están más de moda que nunca los libros de autoayuda y la psicología positiva, desde la que nos enseñan a verle el lado alegre y luminoso a la vida. Parece que si no somos felices es porque no queremos, parece que ser feliz comienza a ser una obligación. Pero, ¿qué es la felicidad? ¿Es adecuado para nuestro desarrollo vital permanecer positivos de modo continuo? ¿Se puede ser feliz a toda costa?
Los principios de la psicología positiva
El psicólogo Martin Seligman marcó el punto de partida de la psicología positiva durante la conferencia inaugural para la Asociación Americana de Psicología, en 1998. En ella quiso llamar la atención sobre la misión más importante de la psicología, la cual, según él, necesitaba una revisión, al ocuparse en gran medida de aspectos psicopatológicos del individuo, y centrarse en sentimientos como la tristeza y la ansiedad, en vez de en pensamientos y sentimientos como la alegría y el optimismo.
Antes de este, autores humanistas, como Abraham Maslow o Carl Rogers, ya apuntaban hacia el desarrollo de esta teoría. La psicología positiva, es decir, el cambiar el enfoque para verle a todo el lado bueno o positivo, aún en las circunstancias más adversas, podría parecer en un principio la panacea al sufrimiento que lleva implícito la vida. Porque el mero hecho de estar vivo lleva incluido en el pack momentos de dolor y sufrimiento. Por ejemplo en la vida resultan inevitables situaciones de duelo, en las que perdemos a un ser querido o sufrimos una enfermedad. Los cambios en nuestra vida, en mayor o menor medida suponen duelos, esto es, despedirse de algo anterior para poder vivir una situación diferente. Y a priori puede ser difícil verle el lado bueno a estas circunstancias.
Cuando la vida no te deja ser feliz a toda costa
Pero, ¿es necesario verle el lado bueno a todo? Hay veces en que nos ocurren acontecimientos dolorosos o desagradables, y ya es bastante aceptarlos y seguir viviendo. Trabajar el aumento de la tolerancia ante las frustraciones de la vida ya es un trabajo importante, y tremendamente enriquecedor, ya que nos pone en contacto con nuestra limitación, con la aceptación de que muchas veces el éxito o el no sufrimiento no dependen de uno solo, y es en esa aceptación de la propia limitación en la que conseguimos ir madurando poco a poco, y con esa madurez nos hacemos poco a poco poseedores de un estado de calma cada vez más prolongado en el tiempo.
Sabemos que la actitud influye de manera determinante en la evolución de las enfermedades, pero no es lo único, también influye el azar y las circunstancias vitales de cada persona. Según este modo de pensar debemos mantenernos en todo momento positivos también durante una enfermedad grave, por ejemplo. Pero, ¿Qué pasa con el desánimo, con la rabia, la frustración, el dolor…? Esas emociones se presentan en el momento en que no tenemos lo que esperamos, y en grado máximo en el momento de afrontar una enfermedad. Pero, ¿qué hacemos con ellas? ¿Debemos negarlas para cambiarlas de modo automático por pensamientos y sentimientos positivos y constructivos? Si no nos permitimos caer, lo que construyamos a partir de ahí no va a ser sólido.
Qué hacer con las emociones negativas
Durante toda nuestra vida seguramente hemos vivído en innumerables ocasiones como intentando ser feliz a toda costa nos consumimos y nos agotamos. Cuando experimentemos esto es que algo está fallando.
El sentirse abajo es necesario para que la subida sea real. Es necesario acoger esas emociones negativas para poder entenderlas, para poder entendernos en esa circunstancia vital, y así afrontar ese momento de ruptura de nuestro equilibrio. Las emociones negativas como la tristeza o la rabia no son emociones que tengamos que desechar, si existen seguro que para algo sirven. El permitirnos sentir esas emociones nos acerca a una parte de nosotros mismos que nos ayuda a comprendernos y a avanzar. Los seres humanos somos complejos, tenemos luz y tenemos sombra. No es positivo para nuestro desarrollo el negar una parte de nosotros. Sí es importante aprender a encauzar las emociones, aprender a enfocar. Pero hay momentos en los que no nos queda más que acogerlas, como un padre acoge a un hijo, con dulzura y paciencia, ya que su presencia aceptada nos va a ayudar a madurar.
Llega la calma
Probablemente la felicidad sea un estado de tranquilidad y aceptación de que nosotras no lo podemos conseguir todo, pero también de enfoque de lo que queremos lograr y donde queremos llegar. En la adecuada conjugación de ambos polos se encuentra la calma en la vida. Es importante aprender a enfocar las emociones pero sin negarlas. Dirigir nuestra mente y nuestras emociones observando antes que nos ha podido causar tal o cual emoción o pensamiento, pero con tranquilidad y relajación, sin caer en la obsesión. Atentos pero relajados.
El optimismo es importante. Las personas optimistas, las que después de fallar lo vuelven a intentar, son las que transforman el mundo, pero permitiéndose antes caer y reflexionar sobre lo que ha ido mal y sobre como se sienten, para reenfocarse y volver entonces a remontar el vuelo.
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Me alegra mucho Elena. Gracias por tu comentario. Espero poder seguir aportándote cosas interesantes y poder aprender de ti tambien. Un saludo!
Totalmente de acuerdo ,muy interesante y constructivo el artículo.Gracias.
Me alegra mucho que te haya aportado algo Amparo. Gracias por comentar. Espero que los siguientes tambien te aporten. Un abrazo y buen día.
Gracias. Muy interesante y aplicable a la pràctica. Me gusta este blog.
Me alegra que le encuentres utilidad. Un saludo y gracias por tu positivo comentario!